El pasado 07 de marzo se realizó la conmemoración del día internacional de la mujer, donde se recuerda la gran valentía y trabajo que las mujeres realizan en diferentes espacios que contribuyen a la sociedad.
Resaltamos el papel fundamental que tienen las mujeres de la comunidad educativa del Colegio José María Landázuri, donde esperamos que siempre sean respetados sus derechos, puedan vivir en ambientes sanos y de paz.
Este fue el discurso de nuestro personero:
El cielo llora… pero no de tristeza. Llora porque hoy el universo celebra lo más sublime que ha creado: la mujer. No hay tormenta ni marea que se compare con la fuerza de su esencia, ni estrella que brille con la intensidad de su mirada.
Eres musa de poetas y razón de batallas. En cada paso que das, dejas una estela que perfuma el aire con la fragancia de tu fuego. Eres arte, eres caos, eres paz… eres la chispa que enciende la historia y la voz que nunca podrá ser callada.
Hoy, no solo celebramos tu belleza—que es solo un reflejo de tu alma—sino también tu coraje, tu sabiduría, tu magia. Porque en un mundo que a veces olvida su luz, tú sigues brillando. Y créeme, no hay blues, no hay guitarra, no hay canción que haga justicia al ritmo con el que caminas la vida.
Así que hoy, y siempre, este mundo se rinde a ti. Porque sin ti… el cielo no tendría razón para llorar.
Jeferson Tirado
Compartimos con ustedes el siguiente poema de la cubana Nancy Morejón.
Titulo: Mujer negra
Todavía huelo la espuma del mar que me hicieron atravesar.
La noche, no puedo recordarla.
Ni el océano podría recordarlo.
Pero no olvido al primer alcatraz que divisé.
Altas, las nubes, como inocentes testigos presenciales.
Acaso no he olvidado ni mi costa perdida, ni mi lengua ancestral.
Me dejaron aquí y aquí he vivido.
Y porque trabajé como una bestia,
aquí volví a nacer.
A cuánta epopeya mandinga intenté recurrir.
Me rebelé.
Su Merced me compró en una plaza.
Bordé la casaca de Su Merced y un hijo macho le parí.
Mi hijo no tuvo nombre.
Y Su Merced murió a manos de un impecable lord inglés.
Anduve.
Esta es la tierra donde padecí bocabajos y azotes.
Bogué a lo largo de todos sus ríos.
Bajo su sol sembré, recolecté y las cosechas no comí.
Por casa tuve un barracón.
Yo misma traje piedras para edificarlo,
pero canté al natural compás de los pájaros nacionales.
Me sublevé.
En esta misma tierra toqué la sangre húmeda
y los huesos podridos de muchos otros,
traídos a ella, o no, igual que yo.
Ya nunca más imagine el camino a Guinea.
¿Era a Guinea? A Benín? ¿Era a Madagascar? ¿O a Cabo Verde?
Trabaje mucho más.
Fundé mejor mi canto milenario y mi esperanza.
Aquí construí mi mundo.
Me fui al monte.
Mi real independencia fue el palenque
y cabalgué entre las tropas de Maceo.
Solo un siglo más tarde,
junto a mis descendientes,
desde una montaña azul,
bajé de la Sierra
para acabar con capitales y usureros,
con generales y burgueses.
Ahora soy: Sólo hoy tenemos y creamos.
Nada nos es ajeno.
Nuestra la tierra.
Nuestro el mar y el cielo.
Nuestras la magia y la quimera.
Iguales míos, aquí los veo bailar
alrededor del árbol que plantamos para el comunismo.
Su prodiga madera ya resuena.